La calle de la virgencita está esperando el milagro del progreso. Desde hace  años, vecinos de Florencio Varela sufren la penuria cotidiana de vivir entre el barro, el polvo y la inundación a lo largo de trescientos metros de una calle de tierra, apenas a siete cuadras del Centro. En el Municipio figura como "ya asfaltada".

Desde el 300 de la calle Davidson, esquina Bélgica, hasta el 600 de la misma y Moranchel, tres cuadras de Florencio Varela esperan que llegue el asfalto desde hace más de medio siglo. Apenas setecientos metros las separan del Centro y de la estación de tren.

Los vecinos ya no saben qué hacer para que el Municipio responda a sus reclamos. Ahí, entre el pedregullo y los cascotes, cuando llueve fuerte se forma una lagunaintransitable. El polvo se levanta por el aire cuando pasan, permanentemente, los autos o los camiones.

¡Una vergüenza!

El Municipio nunca la asfaltó a pesar de los reclamos y las aleatorias juntadas de firmas de los vecinos que no entienden la razón de que todas las calles que la cruzan se vieron favorecidas por el capricho y la de ellos, no saben por qué, padece la desidia administrativa. "Hace unos años se habló de que los vecinos nos pusiéramos a resolver el tema en forma particular armando una especie de consorcio, y algunos tramos de la zona se asfaltaron, pero la nuestra quedó relegada”, cuenta Anibal González, de 71, jubilado, que vive al 300 de esa arteria.

“Esto figura en la Municipalidad como ya asfaltado. Los vecinos juntamos firmas, nunca nada. A lo mucho, vinouna sola vez la máquina a emparejar, y nada. Acá cuando llueve, todo esto se inunda porque acá es la bajada”, dice Carlos Catani, de 30, plomero, que vive al 500.

“¡Es una vergüenza!”, protesta Raúl Catani, de 57, también plomero y padre de Carlos.

Historia de un abandono

Una de las vecinas más antiguas responde a El Suburbano desde adentro de su casita en el 579. Es Olga Zavala. Fue enfermera y ahora, a los 75, descorre la cortina de la ventana para aportar un poco de historia a un problema sin solución.

"Hace sesenta y cinco años acá era todo campo. Siempre viví acá y me voy a morir sin ver el asfalto. Espero que tengamos suerte no por mí sino por la gente a futuro. Acá es todo tierra y barro, si llueve", musita y se acuerda de que en algún cajón apila montones de reclamos.

"Desde hace treinta años se hacen reuniones y pedidos. Y nada. Cuando hice el reclamo en una repartición la empleada me dijo: 'Usted tiene que ir por otro lado. Vaya al periodismo'”, dice que le dijeron Carlos Maidana, ex productor de seguros, de 75, que vive al 655.

“La última vez que se inundó, a principios de año, yo le mandé las fotos a (Andrés) Watson por Instagram. ´Hay unjardín de infantes… Una señora de 86 que cuando llueve no puede salir... ¡Necesitamos zanjeo urgente!´”, rogó Marisa Pérez, emprendedora, sin resultado.

El robot Watson

La mujer muestra su Instagram con la respuesta del robot municipal: "Buenas noches Marisa, me alegra saber que se solucionó el problema del zanjeo. Por otro lado, lamento mucho lo que me contás sobre el estado de la calle. Te cuento que hace tiempo nos encontramos trabajando en conjunto con mi equipo para poner en valor las calles de los barrios del distrito y mejorar así, la calidad de los barrios varelenses".

Sin ver el auto bajo el agua que mostraba la foto, el robot Watson invitó a la vecina a escribir a la página de Varela.gov.ar para "realizar allí la solicitud de la mejora de la calle y así quede incorporada al cronograma de obras lo antes posible. ¡Te mando un gran abrazo!".

Pero no es un gran abrazo lo que la gente quiere.

“Pedimos zanjeo, no nos dan bola. Nos cobran impuestos residenciales. La luz la ponemos nosotros. La calle la rellenamos con cascotes. Alarma vecinal, todo pusimos. Mañana el intendente va a inaugurar el asfalto en otra calle, ¿y nosotros?", dicen a coro.

Esperando el milagro

Al 300 de la calle Davidson, esquina Bélgica, Anibal González construyó una capillita para que su mujer, Adelma, pueda honrar a los santitos: la Virgen de Lujan, San Cayetano, el Sagrado Corazón, la Virgen de Itati y San Expedito.

Hace doce años levantó Anibal la ermita a la que cada 8 de diciembre, a las cinco de la tarde, el célebre padre Armando se acerca a bendecir a los devotos. La gente suele pedir por salud, la familia, las situaciones económicas, el agua que falta.

Un vecino nuevo puso un exvoto para que la virgen traiga el progreso del asfalto de una vez por todas.

Nota de Alejandro Margulis para El Suburbano