A los 61 años falleció la artista y ciudadana ilustre quilmena, Hebe Liz Schweistein. Inmediatamente hubo muestras de condolencias de numerosos vecinos, organizaciones sociales y fuerzas vivas, no sólo de Quilmes.
Hebe, quien fue declarada Ciudadana Ilustre de Quilmes, fue escritora y mosaiquista. Redactó cinco libros y se dedicó al mosaico, con el convirtió su casa, en la esquina de Aristóbulo del Valle y Tucumán, en La Colonia, en un museo, completamente intervenido con arte, que recibe la visita diaria de decenas de vecinos y vecinas.
Hebe era la madre des secretario de Salud comunal, doctor Jonatan Konfino. Asimismno la Municipalidad de Quiulmens fue una de las primeras en enviar sus condolencias a sus hijos, familiares y allegados, y deseándole "que encuentren consuelo y fortaleza en este momento de dolor".
En el blog El Quilmero, su director Chalo Agnelli, escribió:
En un mundo donde prevalece lo material, lo circunstancial y donde todo es vertiginoso no hay lugar para los sueños ni para la poesía; mucho menos para la introspección y el amor a las cosas simples. Sin embargo, trabajadora incansable, procurando la belleza a través del mosaico y el vidrio, Hebe Liz Schweistein creó en la esquina de Aristóbulo del Valle y Tucumán un rincón para el asombro.
CASA ARTE
Entrar en esa casa es ingresar a un territorio onírico donde los objetos seleccionados a lo largo de toda su vida, se completan unos
a otros en cómoda armonía. No es un cúmulo abigarrado e informe, todo lo contrario, pareciera que cada cosa tiene el lugar que la habilita junto a otro objeto correspondiente; cosas que cargadas de vida cuentan historias; allí ‘los objetos tienen movimiento’ como el tema de Juan Carlos Baglietto, con que Hebe Liz hizo su debut como escritora. Sus obras en su casa y en torno de ella se suceden en un vértigo amable.
Quizá durante los seis años que Hebe Liz vivió en San Telmo, dedicada a la literatura, otro de sus atributos, se dejó impregnar de la preeminencia de los objetos que en ese rincón de la CABA tienen relevancia absoluta.
Parque Güell de Barcelona |
Y luego, en ocasión de visitar el parque Güell en Barcelona, obra del arquitecto modernista español Antoni Gaudi, construidos entre1884 y 1887, algo ‘tapado’ se descubrió en ella y se dijo “es esto”. Volvió y comenzó el aprendizaje, la formación y empezó a darle rienda suelta a la imaginación, a las manos, al trabajo. Su llegada al arte fue intuitiva y, efectivamente, se necesitó el portento del parque Güel para destapar un sueño latente. Así, poco a poco, la literatura quedó guardada en los anaqueles de su creatividad que se dirigió rauda hacia el mosaico y el vidrio.
LA PLAZA DE LOS LOGROS
Un día, el vecino pasa por Aristóbulo del Valle y Tucumán y espabila con una “Rayuela”, y al otro día con “El faro de los sueños” declarado de Interés Municipal por decreto
3597/12; “La fuente de los logros”, realizada con incrustaciones de vidrio soplado, cemento y complementos de venecitas; “Banco de las utopías”,todo parte de “La plaza de los logros” que forman el conjunto concretado durante la primavera de 2013.
El 2014, fue un año de mucha creación y trabajo para Hebe Liz. En la plaza Aristóbulo del Valle, en la parte posterior del monolito donde se halla el busto del abogado y político que dio nombre a esa espacio público, realizó con mujeres de su taller de la Universidad de Quilmes un mural con mosaicos y venecitas, testimonio del amor que la vecindad siente por ese rincón del barrio
La Colonia. En la reapertura del Museo Histórico Regional “Almirante Brown”, ubicado en Lavalle 481 de Bernal, realizada en diciembre de ese mismo año se inauguró un vitral de importantes dimensiones, construido por ella, recreación de una obra del artista plástico Aldo Severi. Además, sobre la vereda de su casa que da a la calle Tucumán, plantó una magnolia y a su lado quedaron fijas a perpetuidad las manos de sus familiares y la leyenda: “Magia, la que me enseñó papá José contándome historias bajo la misma magnolia, a la misma hora, desde que fui muy chica. Juntos convocamos todos los pájaros del barrio y así aprendí entre cuento y cuento, los sonidos y la razón de las utopías.”
Bajo la premisa “aprender es descubrir que algo es posible” trasmite la técnica del mosaiquismo, en el taller que posee en su propia casa y en la Universidad Nacional de Quilmes.
LAS LETRAS
Hebe Liz Schweistein nació en Avellaneda en los tumultuosos años
sesenta, hija de la generación del mayo francés que activó el mundo entero con el axioma: “la imaginación al poder”. Llegó a Quilmes siendo adolescente y no se fue más, quizá por la sospechada leyenda del “mal del sauce”, quizá porque la atrapó la gente de este rincón sudbonaerense. Después de un largo y arduo camino de búsqueda interior llegó a la literatura como una militancia que la llevó a vender sus libros de mesa en mesa por la Plaza Dorrego de San Telmo y sus alrededores.
Su carrera literaria se inició en 1999, con la presentación de la novela “No hay sueños imposibles”, título que nació, en una oportunidad que cruzando el Río de la Plata, se
le entrelazaron la música de Ray Charles, el recuerdo de su padre y una gran inspiración. Y vaya la casualidad - o causalidad - que, ya el libro en la calle, su hermana le contó que en la cúpula del edificio de cinco pisos ubicado en la avenida Rivadavia 2001, esquina Ayacucho, construido en 1907 por el Arq. Eduardo Rodríguez Ortega hay una leyenda en catalán que dice, “No hi ha somnis impossibles”… No hay sueños imposibles, puesta por el arquitecto restaurador, Fernando Lorenzi, en homenaje a Gaudí. O sea que dos veces la influencia "gaudiana", con sus líneas tan características,irrumpió en la
Torre del edificio de Rivadavia y Ayacucho |
conciencia creadora de Hebe Liz. Este libro fue editado por Atlántida y agotado a los pocos meses, con una segunda edición en 2007. Lo presentó con una fiesta espectacular en el “Garage Argentino”, ubicado en México 331 del barrio de San Telmo, allí abrió el acto con el tema de Baglietto antes mencionado, ‘Las cosas tiene movimiento’; también contó con la voz de Julio Zenko. En el año 2001 presentó su segunda novela “Los amantes de Alma”, también agotada. Esta novela está dedicada a sus hijos: Jonatan, Demián y Brenda Konfino con la frase de Berthol Brecht “Me parezco al que llevaba el ladrillo consigo para demostrarle al mundo cómo era su casa”.
Simultáneamente durante esos años dictó talleres literarios. Transgresora eficaz, comenzó haciéndolo en el Hospital Borda. Vivencia que le inspiró una tercera novela, “Rompiendo muros”, publicada en el año 2003, por Editorial de Los Cuatro Vientos y el auspicio de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad. En el año 2005, publicó su cuarta novela, “El anillo de los dos dragones”, del mismo sello editorial.
TALLERES
Además de en el Hospital Borda dictó talleres en Palermo Viejo
(2001), en el Centro de Gestión y Participación Nº 1 de Capital Federal (2003-2004), en la Casa Bonaerense de Vicente López (2005), un taller de cuentos a pacientes internos del Hospital de Clínicas de Capital Federal y en el camping "Cullunche"de Villa la Angostura, como invitada de la Universidad de Cuyo.
Entre 2004 y 2005, condujo un programa cultural titulado “El Descubrimiento”, emitido por el Canal 7 de Cablevisión Sur.
“LA CALLE DE LOS SUEÑOS PERDIDOS”
Un nuevo mural se está desprendiendo de la pared de su casa, sobre
la calle Tucumán: “Lo más oscuro de la noche es antes del amanecer”; así reza el muro sobre un brillo y un color inusitados.
Sus proyectos son múltiples e incesantes, entre otros, llevar al cine su primer novela inédita y autobiográfica; culminar otra novela en ciernes, “El camino hacia la incertidumbre”; transformar las cuatro cuadras de la calle Aristóbulo del Valle entre Pellegrini y Rodolfo López, con la
participación de los vecinos, en un paseo artístico, literario y cultural, “La calle de los sueños perdidos”, basado en un texto de Raúl González Tuñon y muchos etcéteras…
Toda su vida es un desafío: a las convenciones, a la modorra que paraliza, a los juicios arteros vengan de donde vengan, a vivir sin sueños…
“Hay un lugar adonde van a parar los objetos perdidos. Llaves, anillos, medallas, Cristos de plata y de bronce, cadenas, relojes, puñales,
recuerdos de familia, todo lo que se pierde y se encuentra. Menos los sueños. No hay una sección de extravíos y hallazgos para los sueños y los destinos. Un lugar, una especie de Rastro celeste, de entrecielo, donde uno pudiera hallar aquello esencial de su vida: lo único que podría darle la felicidad.” Ese lugar es la casa de Hebe Liz Schweistein.