Tres hechos históricos están reflejados en mi nuevo libro sobre historia argentina.
Una década política, signada por transformaciones dentro de un marco mundial de pos guerra, tuvo hechos sangrientos que mi investigación de casi cinco años saca a la luz en esta obra, de 368 páginas.
Comienza con una presentación histórica de las tres fechas: la madrugada del 18 de octubre de 1945; el atardecer del 15 de abril de 1953 y las tres oleadas de aviones que entre las 12.40 hasta las 15.30 horas, aproximadamente, asolaron la Plaza de Mayo y sus alrededores; el barrio de Recoleta y la Av. Crovara, en La Matanza, el 16 de junio de 1955.
Muy pocos argentinos saben, que al terminar el acto del 17 de octubre y al desconcentrase la multitud, dos jóvenes murieron baleados frente a la sede del desaparecido diario Crítica, a pocas cuadras de la plaza de Mayo. Ellos fueron Darwin Ángel Passaponti (18 años) y Francisco Ramos(21 años).
En abril de 1953, mientras se desarrollaba un acto convocado por la CGT y hablaba el presidente J. D. Perón, desde el balcón de la Rosada, estallaron dos bombas, la segunda (en la boca del sube A Plaza de Mayo) la cual mató a seis ciudadanos: Santa Festigiata viuda de D’Amico, Mario Pérez, León David Roumieux, Osvaldo Mouche, Salvador Manes y José Ignacio Couto. Nadie los recuerda en la actualidad, ni siquiera con una simple placa conmemorativa.
Osvaldo Mouché, vivía en Lanús. Tenía 41 años, era empleado de Subterráneo y fue inhumado en el cementerio de Avellaneda.
Pero quizá, sí esté presente en la memoria colectiva lo sucedido el jueves 16 de junio de 1955. Ese día, muchos argentinos esperaban un desfile de aviones sobre la avenida y plaza de Mayo. A las 12.40 comenzaron a caer bombas contra la Casa Rosada –con el objetivo de matar al presidente- y sobre la Plaza, Avenida Colón, Av. Yrigoyen. También fue atacada la residencia presidencial en el barrio de Recoleta y tropas oficialistas que avanzaban por la Av. Crovara desde La Tablada. Mi profunda y larga investigación confirmó 214 fallecidos. Cifra no cerrada.
Esta tragedia de 1955, tuvo muchos vecinos del GBA Sur que fallecieron y fueron inhumados en los cementerios locales municipales:
-dos quilmeños: Julio Atilio Mercante (54 años, argentino, empleado de la Municipalidad de Quilmes) y SalvadorPatrignani (30 años, argentino, ingeniero);
-16 avellanedenses: Luis Mario Achin (18 años, argentino, cadete); Dulio Barberi (41 años, argentino, chofer); José Luis Biondi (31 años, argentino); Atilio Raúl Blanes (17 años, argentino, jornalero); Ángel Castello (porteño, 65 años, vivía en el barrio de La Boca pero la familia lo inhumó en Avellaneda); Rubén Hugo Criscuolo (21 años, argentino, soldado conscripto); Santos Engrassia (42 años, italiano, obrero del frigorífico Anglo de Avellaneda); Salvador Fayos(69 años, español); Roberto Rubén Insanti (27 años, nacido en Wilde, empleado público, descansa en el cementerio de Ezpeleta); Pascual Landriscina (34 años, italiano, carpintero); Magno Leva (argentino); Jorge Horacio Matheu(30 años, argentino, comerciante); Alfredo Méndez (33 años, argentino); Pedro Enrique Sarobe (42 años, argentino, empleado); Dionisio Uriel (72 años, español) y Pascual Nicolás Viola (52 años, argentino, policía jubilado);
-Domingo Orlando Gentile (31 años, argentino, empleado. Domiciliado en H. Constanzó 448, Monte Grande);
-Julio Ventura Rojas (31 años, berazateguense, chofer);
-Jorge Taborda (descansa en el cementerio de Lomas de Zamora); Raúl Ángel Díaz (30 años, nacido en Coronel Brandsen, vivía en Lomas de Zamora y descansa allí);
-Ana Luisa Ferrario (19 años) y María Irene González (17 años), ambas estudiantes, descansan en el cementerio de La Plata
La historia argentina tiene múltiples hechos sangrientos que deben ser recordados, porque detrás de la violencia física -disparos de pistolas, bombas, ametrallamiento- ocurrida en la década estudiada hubo víctimas inocentes que merecen ser rescatadas en su esencia vital: la humanidad que las caracterizaba como seres humanos con familia, trabajo, actividades sociales y culturales.
Para este libro he consultado todos los repositorios documentales existentes (bibliotecas, hemerotecas, archivos de inhumaciones de varios cementerios), las fuentes on line confiables y he recibido datos de familiares de las víctimas de los tres años.
La obra posee 6 capítulos, un Anexo fotográfico, Conclusión y Agradecimientos con aportes inéditos.
El objetivo fue darle vida a las inocentes víctimas: que dejen de ser un nombre y apellido solamente y pasen a la memoria como personas cuyos proyectos quedaron truncos.