En una entrevista realizada por el periodista Facundo Chaves para Infobae, el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Oscar Ojea, alertó sobre el impacto del ajuste del gobierno de Javier Milei sobre los pobres y la clase media, habló de la distribución de alimentos la falta de acceso a remedios, entre otras situaciones que degradan a la sociedad.
“El diálogo es absolutamente fundamental para poder gobernar. Tenemos un sistema con instituciones que interactúan, no pueden estar unas sobre otras, tiene que haber interacción. Y tenemos que aceptar las distintas miradas. No hay un solo modo de ver, no hay un éste la ve y éste no la ve”, consideró Ojea a Infobae.
Al hablar de la situación social, señaló sobre el último tiempo: “Nosotros ya tenemos adultos en los comedores y es un termómetro que marca la necesidad. En algunos comedores del gran Buenos Aires, donde había 50 personas, ahora hay más de 100″.
Además, el obispo planteó una serie de reclamos dirigidos a la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, principalmente referido a la distribución de comida. “La Iglesia termina siendo defensora de que todos puedan comer. Para hacer llegar el pan a los barrios es necesario no discontinuar a los grupos ya existentes que están trabajando (...) Todo lo que atente a que los bienes primarios, como son los alimentos, no lleguen a nuestra gente no es bueno. Este es el modo concreto como están llegando actualmente a la gente. En el caso de que se quiera hacer un proceso de cambio, hay que hacerlo de otra manera, sin discontinuar”, manifestó el presidente del Episcopado.
Y también contó que la situación de los colegios católicos “es realmente muy complicada, muy difícil”. “En nuestros colegios que tienen el aporte del 100% tienen toda una planta funcional que las organizaciones privadas tienen que sostener, pero las cuotas no suben o no pueden subir en la misma medida en que suben los sueldos de los gremios. Además, la gente no puede pagar cuotas demasiado altas”.
“Con la carestía de los alimentos, está empezando a venir a los comedores gente adulta. Y cuando viene gente adulta, tiene que vencer una barrera de vergüenza natural que produce asistir a un comedor donde generalmente hay chicos. Nosotros ya tenemos adultos en los comedores y es un termómetro que marca la necesidad. En algunos comedores del gran Buenos Aires, donde había 50 personas, ahora hay más de 100. Señalo esta situación, porque los sacerdotes que trabajan en los barrios carenciados, que tienen un conocimiento importante del territorio, lo viven con mucha claridad, con cotidianeidad”, dijo.