Por Fabio González - En un contexto donde la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas sigue siendo una cuestión de profundo significado nacional, es imperativo reflexionar sobre la coherencia y la firmeza en la defensa de nuestros derechos. Ayer, nos enfrentamos a la desmavinización, una fuerza que busca diluir nuestra identidad y nuestra reclamación legítima sobre este territorio. Hoy, nos encontramos confrontando la paradoja de un gobierno que, a pesar de realizar un acto recordando la fecha, sigue negociando la entrega de nuestra nación.
Es esencial recordar que la causa de Malvinas va más allá de cualquier gobierno o ideología política. Es un símbolo de la lucha por la justicia y la soberanía nacional, un derecho inalienable que trasciende fronteras partidistas. Ceder en este punto sería traicionar la memoria de aquellos que sacrificaron sus vidas en defensa de nuestra patria.
En este contexto, debemos reafirmar que la patria no se vende. La soberanía sobre Malvinas es un compromiso irrenunciable que debe prevalecer por encima de cualquier negociación o acuerdo. Es hora de que todos los sectores políticos y sociales se unan en un frente común para salvaguardar nuestros intereses nacionales y reafirmar nuestro derecho legítimo sobre nuestro territorio.
Recordemos siempre que la patria es más que un concepto abstracto: es el suelo que pisamos, la historia que compartimos y el futuro que construimos juntos. Y en ese sentido, la soberanía sobre Malvinas es una parte indispensable de nuestra identidad nacional, una causa por la que debemos seguir luchando con determinación y convicción.
La causa de la soberanía argentina sobre Malvinas debe ser una prioridad innegociable para cualquier gobierno que se precie de defender los intereses de su pueblo. La patria no se vende, y es nuestro deber como patriotas, como lo fueron compatriotias como el Gaucho Rivero, Dardo Cabo en el operativo cóndor.