“Hace 10 año me mudé a Tucumán y me encontré con que a unas cuadras de casa los chicos andaban descalzos”, señala Catalina de la Torre, fundadora de Hay Pique.
Y agrega que “Esta situación me motivó a ofrecerme como voluntaria en una pequeña Capilla en la plaza del barrio, en el corazón de una comunidad golpeada por la opulencia del entorno que miraba y mira indiferente.
Sin embargo, aquella vez me dijeron que no necesitaban a nadie! Ahí partí con el corazón un poco anonadado e indignado.
Pese a ello y sin bajar los brazos, una tarde que volvía caminando ví luz en el comedor de la Capilla y gente que reía. Entré sin saber bien por qué y ahí nomás vinieron a recibirme, como si me hubieran conocido de siempre. Les pregunté si podía colaborar, si necesitaban algo y me contestaron “a vos”. Y ahí…, nació todo, con el Hogar de Cristo.
Comencé leyendo cuentos a los niños pero al tiempo vino la pandemia…., lo que nos obligó a reconfigurarnos para no dejar a nuestros niños sin acompañamiento. Las tareas de las escuela eran enviadas a las madres por whats app pero no había insumos mucho menos para imprimir, algunas mamás no sabían leer o simplemente no acompañaban a sus hijos. Esta realidad fue reveladora. Muchos niños no tenían espacio, materiales o alguien que les dedicara un momento para ellos. Y no hablo de apoyo estricta y técnicamente pedagógico sino simplemente de alguien que estuviera al lado del niño siguiéndolo, motivándolo y ayudándolo en las pequeñas cosas de las rutinas escolares.
Así y a partir de las necesidades urgentes que impuso la realidad me contacté con un colegio de la zona para invitar a los estudiantes del último año a que nos dieran una mano. Necesitaba que cada uno de nuestros niños tuviera a alguien al lado, que fuera 1x1.
El colegio enseguida se enganchó con la propuesta y comenzamos con mucha ansiedad y muchos nervios, no sabíamos si iban a venir los niños y cómo iba a darse la relación con los chicos más grandes y de otro contexto socioeconómico completamente diferente.
Pero la magia ocurrió y la sinergia fue tan potente que comenzamos a crecer y crecer.
En este contexto, en 2023 me pidieron armar un punto de apoyo en otro barrio vulnerado de Yerba Buena y arrancamos con el inicio escolar 2024.
También, muchos miedos, era una comunidad nueva para mí y yo para ella. La confianza se alimenta día a día, momento a momento, necesidad a necesidad, abrazo a abrazo.
Recorrí las escuelas de la zona, invitamos a las familias y comenzamos.
Pasó que enseguida hubo pique, las familias se engancharon y los niños nos regalaron su tiempo. Todos los miércoles, en la siesta tucumana.
Y ¿qué hacemos en el apoyo escolar? acompañar en los trayectos educativos. Esto es: si los niños tienen que hacer cartulinas, afiches, aprender de memoria poesías, escribir chistes, practicar lectura, realizar tareas, completar las carpetas incompletas ahí estamos nosotros. Una vez por semana. También revisamos que no les falten hojas, argollas, cuadernos, útiles escolares, que tengan mapas, y cartucheras completas. Tratamos de estar en los detalles. Y aparte en cada encuentro ofrecemos un suplemento alimentario compartiendo una pequeña oración, para agradecer el encuentro.
Tratamos de que el apoyo sea lo más personalizado posible, trabajando un estudiante del colegio secundario con uno o dos niños del barrio. De este modo la atención es casi exclusiva.
Pero la historia no termina ahí…
A partir de las dificultades en el aprendizaje advertidas incorporamos hace dos años una psicopedagoga rentada con el fin de acompañar estos casos especiales.
Asimismo, fomentamos prácticas como lavarse las manos y la cara cada vez que ingresan, saludar, pedir por favor, dar las gracias y dejar los conflictos de la escuela y el barrio (entre familias, sobre todo) fuera de nuestro ámbito. De este modo buscamos promover un espacio de común unión y sana convivencia.
Las realidades difíciles de estos niños hicieron que el apoyo se expandiera a otros ámbitos diferentes al escolar. En el tiempo que llevamos acompañando incorporamos controles médicos y oftalmológicos de los niños durante dos años, (conseguimos donaciones de armazones de anteojos en colegios de la ciudad y entre las familias y el Hogar de Cristo conseguimos anteojos a todos los niños que necesitaban, incluso padres), logramos articulaciones con fundaciones (FONBEC) que otorgó padrinos y con ello becas de estímulos económicos a los niños, escolarizamos adolescentes que no habían completado la primaria y derivamos a las autoridades competentes situaciones de violencia y abandono.
En definitiva, el apoyo escolar se transformó en una red de contención de estos niños y un disparador de muchísimas cuestiones a ser atendidas.
Sin embargo, comenzó a suceder que ya no teníamos espacio para nuestros encuentros y no nos autorizaban muchas de las actividades que proponíamos por esa falta de espacio físico y de recursos. Así empezó a germinar la idea de ser una entidad independiente. Con toda la responsabilidad que eso implica y los miedos
Hasta que a fines de 2024 le cuento a una gran amiga mi inseguridad, me sonríe y me dice, ¿por qué no vas a poder? yo te ayudo a armar la fundación. Ella trabaja en un estudio jurídico que realizan trabajos pro bono. Y de nuevo, la magia.
Comenzamos los papeles, estatuto, autoridades y hoy está en trámite en el registro.
Pero a la vez nosotros seguíamos en el territorio y una nueva problemática surgió. Muchos de los niños que transitaron los primeros años del apoyo escolar hoy se encuentran en la franja de los 20 años y en su mayoría no terminaron la escuela, no trabajan y tampoco saben hacer mucho. Algunos se dedican esporádicamente a la jardinería o poda de árboles.
No podíamos quedar impávidos ante nuestros niños hoy jóvenes adultos. Así comenzamos a pensar en cursos de oficios para ellos, y es que los jóvenes que tienen mucho tiempo libre puede ser perjudicial. Necesitamos que aprendan a hacer, que se sigan viendo con los niños que compartían el apoyo escolar y conservar el contacto. Porque estamos convencidos que la contención previene la violencia.
Tiramos cañas por todos lados y una vez más hubo pique. Llegamos a un docente de electricidad que nos orientó en lo que necesitábamos, herramientas, materiales, planificación del curso. Así metimos pata, alquilamos un aula cerca de la plaza vieja y si todo sale bien arrancamos próximo sábado 11/05.
Y es que ha crecido tanto ¡Hay Pique! que entendíamos era el momento de iniciar el camino como una institución propia, con mucho por delante, pero con la convicción de allí donde hay una caña seguro ¡Hay Pique!”..