En Argentina, el ascenso social está arraigado en nuestras raíces. Nuestros abuelos, abuelas, padres y madres hicieron esfuerzos enormes para heredarnos un país donde la educación siga siendo la escalera directa a la movilidad social ascendente. Perón, al garantizar la educación pública y gratuita para todos, dejó al pueblo argentino un legado invaluable: la esperanza de un futuro mejor para cada joven y su familia.
La educación pública y las universidades condensan la ilusión y la fe de cada pibe y piba que sueña con una vida mejor. A la par, nos formamos como profesionales capaces de enfrentar los desafíos que afronta la patria.
El veto a la Ley de Financiamiento Universitario es un golpe a la democracia. Dicha ley fue aprobada por las cámaras de Diputados y Senadores. Milei, desde la crueldad que ha sido su práctica cotidiana, muestra un desinterés por el futuro de la educación en nuestro país.
Bajo la premisa de que lo único que importa es el equilibrio fiscal, se han parado las obras en las universidades, se destruyó el fondo fiduciario de las becas PROGRESAR, y los salarios docentes y no docentes están por debajo de la línea de pobreza. Todo esto pone en peligro la continuidad de las universidades públicas.
Las organizaciones estudiantiles tenemos un norte innegociable, un principio por el que nunca daremos un paso atrás: la Educación Pública, Gratuita y de Calidad. Las tomas de las facultades de la UBA, las Universidades de Rosario, Cuyo, Jujuy, San Luis, Córdoba, las vigilias en las universidades del conurbano y las masivas movilizaciones en todo el país son una clara muestra de que los estudiantes estamos de pie, preparados y organizados para la pelea.
La lucha por la educación no es solo una cuestión académica o institucional; es una lucha por la justicia social, la independencia económica y la soberanía política.