El fin de año siempre llega con un gesto pequeño y poderoso: levantar una copa. En movimiento suspendida entre lo que fue y lo que viene, los vinos bonaerenses empiezan a ocupar un lugar propio, acompañados por paisajes que se encienden en verano y por bodegas que abren sus puertas para compartir su mundo. La provincia de Buenos Aires se vuelve escenario de aromas frescos, sabores jóvenes, atardeceres que pintan los viñedos y experiencias que invitan a celebrar sin apuro.
En los últimos años, el enoturismo bonaerense creció como una brisa que se expande: suave, constante y luminosa. Viñedos que abrazan la llanura, bodegas que emergen entre sierras, otros que crecen cerca del mar, los que tienen el sabor especial del Delta y proyectos familiares que convierten la tierra en una historia líquida. Quienes visitan estos espacios encuentran mucho más que una degustación: hay picnics entre hileras, maridajes al aire libre, caminatas guiadas, música, gastronomía local, descanso, participación en la cosecha en cierta época del año y encuentros que se vuelven parte del viaje. Cada lugar es distinto, pero todos comparten una belleza serena que tiene el poder de transformar una tarde en experiencia.

Las Fiestas también encuentran su propio lenguaje en estas etiquetas que se crean con amor en los destinos turísticos bonaerenses. Blancos que huelen a verano, rosados que refrescan la mesa del 31 a la noche, tintos jóvenes que acompañan recetas familiares y espumantes que parecen nacidos para ese instante exacto en que las miradas se cruzan y el año empieza de nuevo. Cada vino trae consigo el pulso del territorio: el viento, el sol y el trabajo paciente de quienes conocen la tierra como una conversación de toda la vida.


Brindar con un vino bonaerense es brindar por las personas que lo hacen posible: quienes podan en invierno, quienes cuidan cada brote, quienes transforman la uva en una historia y quienes abren sus puertas para compartir ese trabajo con quienes llegan de cerca o de lejos. En cada copa hay identidad, futuro y un poco de la belleza simple que tienen las cosas elaboradas con dedicación.
Ese espíritu también lo resume la familia Achilli: “Brindaremos por los cimientos que forjaron nuestro pasado y por las vides que hoy levantan nuestro futuro; que cada cosecha nos recuerde que la historia, como el vino, mejora con el tiempo. Nueva Corinema se trata justamente de eso: mirando la historia de nuestros abuelos inmigrantes y el patrimonio de nuestro espacio, es desde donde nos inspiramos para construir el proyecto que soñamos. Salud!”
En este Año Nuevo, la Provincia invita a levantar la copa con Vinos Buenos Aires y a celebrar su espíritu diverso y luminoso, brindando por nuevos caminos, encuentros y más viajes por las regiones bonaerenses.
Para más información sobre todas las bodegas enoturísticas de la PBA, consultar el catálogo adjunto.