
Un desafío logístico y emocional
Laura Bousoño, Gerente de Planificación Estratégica de Insumos en Abastecimiento de Grupo L, subraya que alimentar a quienes están en el lugar más austral del planeta es una forma de "hacer soberanía". La planificación es un trabajo de meses, donde un equipo de especialistas diseña un menú que no solo sea nutritivo, sino que también sirva como un soporte emocional para quienes viven en condiciones extremas.

Argentina cuenta con siete bases permanentes en la Antártida, como Esperanza (donde viven familias) y Marambio (el principal punto aéreo), además de otras seis de verano. En un entorno donde el silencio y el frío son constantes, la comida se convierte en el corazón de la vida comunitaria. Un mate compartido, un guiso caliente o una torta de cumpleaños son gestos que conectan a los residentes con el continente y alivian el aislamiento.
Un menú pensado al detalle
El diseño del menú es una ingeniería nutricional. Dado que las frutas y verduras frescas son escasas, se envían productos congelados y enlatados. Las proteínas provienen de carnes, huevos y fuentes vegetales. Además de lo nutritivo, la dieta 
La odisea del traslado
El envío de las viandas es una travesía. La mercadería se prepara en el continente y es transportada principalmente por el rompehielos Almirante Irízar. Las entregas son muy sensibles al clima, y si el acceso se cierra por viento, no hay posibilidad de reabastecerse hasta la próxima campaña. La falta de margen de error convierte a esta logística en una parte vital de la supervivencia en el polo sur.